miércoles, 2 de mayo de 2018

El hombre detrás del Director de Proyectos (Project Manager)

Quiero contarles una pequeña historia en menos de 1,000 palabras. 

Hace más de un año me propusieron liderar un proyecto en el que las condiciones de desarrollo eran las más desfavorables. Asimismo, la probabilidad de cumplimiento del plazo era bastante baja, los recursos muy escasos y los requisitos divagaban en un mar de incertidumbre. A pesar de todo, no dudé ni un segundo en aceptar. 

Me movía una extraña sensación, mezcla de temor a lo desconocido, y, a la vez, de inquietud por explorar nuevas posibilidades; el proyecto encomendado retaba mis conocimientos y experiencia, tal como el de un montañista inconforme que intenta superar su récord de altura con una nueva escalada.

“No hay seguridad en la vida, sólo oportunidades”, solía decir Mark Twain y yo, en el fondo, sentía una esperanza en el alto potencial de mi equipo -con el que ya venía trabajando con éxito en otros proyectos-. A la vez, significaba una gran oportunidad de aplicar, con creatividad e innovación, herramientas de gestión traídas de otros sectores.

Pocos conocieron del esfuerzo invertido en tamaña empresa, porque al final solo se publica el resultado, -positivo o no- y confieso que, en el tiempo que duró, la experiencia fue tan intensa que generó enfados, miedos, tristezas y alegrías; es decir, un sinfín de emociones que procesar y replantear cada día.

Los proyectos son así, los tomas o los dejas. 
No es cierto que como Director de Proyecto o Project Manager tengas mucho tiempo para planificar; a veces el desplazamiento hacia tu destino es el único momento para hacerlo. No es cierto que conozcas todo: preguntas, escuchas las opiniones de los miembros del equipo, de gente que ya transitó por esos caminos y sigues adelante. No es cierto que siempre puedas tener todo bajo control: tomas decisiones, planteas estrategias, asumes riesgos y sigues adelante con el compromiso de tu gente. 

Aun así, un Director de Proyecto no les dirá cómo, constantemente sometido a fuertes presiones, debe enfrentar la falta de entrega de resultados positivos, reportar a sus sponsor y, a la vez, transmitir confianza en que las metas se cumplirán. En su vocación inquebrantable, a veces solo y abrumado, debe sobreponerse a la angustia cuando los resultados no salen como los tenía previstos y seguir, siempre seguir.

Por encima de todo...
Un Director de Proyecto sabrá ganar el respaldo y compromiso de su equipo, de modo que promuevan acciones hacia el logro de una visión compartida; una fuerza de impresionante poder, tal como lo propone Peter Senge en “La Quinta Disciplina” . Muchas veces, esto se manifiesta en una relación que puede superar el ámbito laboral (aunque muchos quisieran que esta fuera al estilo marcial) y funde las bases de amistades duraderas; la satisfacción de dejar más que un resultado tangible. 

Tenemos muchas herramientas de gestión que funcionan, pero no es cierto que el éxito dependa solo de buenos procesos. Generalmente, los proyectos no presentan condiciones ideales o el tiempo necesario para implementarlos y aplicarlos. Sin embargo, ténganlo por seguro, cuando abraza un proyecto, el Project Manager lo hace casi con el mismo amor que el de un padre que desea ver a un hijo crecer y convertirse en un hombre cabal. Invertimos horas de desvelo, conscientes de la responsabilidad y confiando en tomar las decisiones correctas en cada paso. 

Aunque esté latente, el fracaso es una palabra innombrable y el éxito una obsesión que se comparte. De esta manera, cuando todo el temporal finaliza, después de haber estado en el vórtice del huracán, la satisfacción que encontramos al final, muchas veces, trasciende lo material; es el despliegue de coraje y nuestro mayor esfuerzo para el cumplimiento de los objetivos. 

Si alguien más reconoce haber pasado por una situación similar, no podrá negar que detrás de un Project Manager existe un ser humano enfrentando desafíos consigo mismo, perseverando en los momentos difíciles y, a la vez, inspirando a su equipo para superar sus límites; todo aquello que solo termina avivando el fuego de su pasión y su grandeza. Para regocijo de todos, en este relato, el equipo logró obtener resultados satisfactorios para el cliente y, por supuesto, para su propia organización. 


REFERENCIAS
“La Quinta Disciplina: El Arte y la Práctica de la Organización Abierta al Aprendizaje”. Peter M. Senge (Ed. Granica, 1994 )


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