El sector de la construcción, con su notable contribución al PIB, actúa como un indicador clave del estado económico de un país. En este contexto, es fundamental fortalecer la competitividad de las empresas constructoras asegurando un entorno de negocios dinámico y con un amplio mercado, donde se ejecuten proyectos con mayor eficiencia y rentabilidad. Mejorar la competitividad estimula la inversión, fomenta la innovación y genera empleo, contribuyendo de manera directa a la estabilidad y al crecimiento económico del país.
La competitividad en esta industria se define por la capacidad de una empresa para adjudicarse y completar proyectos con éxito, ofreciendo servicios de construcción de alta calidad, a costos reducidos y con mayor rapidez que la competencia, tanto nacional como internacionalmente, alcanzando consistentemente un mejor desempeño en el largo plazo. Sin embargo, enfrenta desafíos críticos que incluyen la finalización inadecuada de proyectos, la baja digitalización, el uso de métodos de construcción anticuados y una fuerza laboral que muchas veces no posee las habilidades avanzadas encontradas en la industria manufacturera.
Estos problemas resultan en una productividad disminuida, sobrecostos, retrasos en las entregas, un aumento en la accidentabilidad y en las disputas legales. La gestión de riesgos se ha vuelto más compleja, con contratos que suelen trasladar la carga al ejecutor, exigiendo una entrega más rápida frente a la volatilidad de los costos de materiales y mano de obra.
A pesar de reconocer la necesidad de innovación, la industria ha mostrado resistencia a la industrialización y automatización, lo que ha mantenido al sector anclado en modelos que no han evolucionado en las últimas dos décadas. Para romper con esta inercia, las empresas constructoras deben adoptar estrategias que mejoren su posición competitiva, tales como:
- Innovación: La implementación de métodos y materiales de construcción avanzados requiere inversión en I+D y la adopción de tecnologías emergentes.
- Eficiencia operativa: La optimización de costos y procesos mediante la aplicación de principios LEAN y la filosofía BIM, junto con la adopción de las mejores prácticas internacionales de gestión de proyectos.
- Calidad del Trabajo: Utilizar materiales de alta calidad y maquinaria especializada para entregar productos duraderos y profesionales.
- Formación: Capacitar a los equipos para asegurar la realización segura y eficiente del trabajo.
- Reducción de costos: Emplear equipos de construcción que mejoren la eficiencia operativa y reduzcan la necesidad de mano de obra y esfuerzo físico.
- Marketing y relación con el cliente: El desarrollo de estrategias de marketing centradas en el cliente y la mejora de la experiencia a través de la personalización y la atención al servicio.
- Adaptación: La adaptación a las tendencias del mercado y a las regulaciones ambientales, esencial para la sostenibilidad a largo plazo.
- Satisfacción del cliente: Asegurar la entrega de proyectos de alta calidad y procesos eficientes para mejorar la reputación y satisfacción del cliente
El talento, junto con la tecnología, está impulsando un cambio significativo en el sector. La diversidad, la igualdad y la inclusión se vuelven esenciales, y las condiciones laborales flexibles y el cuidado de la salud física y mental son cada vez más importantes para atraer y retener a los profesionales.
Por último, la fabricación modular se presenta como una solución innovadora que responde a la necesidad de una construcción más eficiente y sostenible. Aunque aún incipiente en su adopción, ofrece un camino claro hacia la modernidad y eficiencia.
El futuro de la construcción es indudablemente tecnológico, sostenible y centrado en las personas. La clave para las empresas del sector es abrazar la innovación y las nuevas tecnologías, mejorar la gestión de proyectos y comprometerse con prácticas sostenibles para construir no solo estructuras, sino también una reputación duradera y un negocio próspero.